El agua seguía sin llegar, el pueblo desesperaba. Bien reconocida es la devoción alturana, para que se obrara el milagro.
Se aceptó entonces la propuesta que el pueblo había realizado, y se procedió a descender del Santuario a la imagen de la Virgen de la Cueva Santa.
Así, mientras los alturanos buscaban incansablemente y con gran tesón el agua, los demás residentes de la villa rogaban a la Virgen en la Iglesia. Para complicar más las cosas, durante una de las excavaciones se produjo un trágico derrumbe dentro del propio pozo, lo que provocó un gran sentimiento de imposibilidad de encontrar el agua y el desánimo por no encontrarla se adueñó del corazón de algunos alturanos.
A pesar de ello, hubo otros tantos alturanos que no se amilanaron frente a tantas adversidades, los esfuerzos por hallar el agua continuaron mientras se construía una galería precaria y muy estrecha, en la que prácticamente cabía sólo una persona.
La impotencia se hacía latente y los días pasaban sin lograr hallazgos concluyentes de que el agua fuera a aparecer en aquel pozo, tal vez estaban escavando simplemente la tierra, tal vez debajo de aquel pozo no había más agua, tal vez los zahoríes se habían equivocado, tal vez habían malgastado años de esfuerzos en balde, la situación se había vuelto crítica y, por ello, se procedió a realizar un novenario en honor a la Virgen de la Cueva Santa, rogándole por un milagro por el que llevaban años luchando y sufriendo.
Fue entonces, cuando, durante uno de estos novenarios se produjo el “milagro”.
En total fueron cuatro duros años de arduos trabajos bajo tierra, con los peligros que esto implica, sin más herramientas que el pico y la pala. Durante todo éste tiempo, los alturanos habían logrado abrir una galería de unos 500 metros de longitud que discurría veintiún metros por debajo de la fuente del Berro.
Finalmente en dicha galería comenzó a manar un gran caudal de agua durante la noche del 24 al 25 de Marzo de 1915.
Aquella noche, las campanas sonaron sin descanso para avisar a todos los habitantes que por fin se había logrado, que la villa había conseguido finalmente su preciada agua propia. Que era el fin de la penuria y el inicio de una nueva era para la villa.
Fdo.: Elías Miguel Marqués Asensio.
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